LA IMPORTANCIA DE PROMOVER LA AUTONOMIA EN NUESTROS HIJOS Y SU INFLUENCIA EN LA AUTOESTIMA
A propósito del post que escribió la coach Noelia López Cheda en el que decía que se negaba a resolver los deberes a su hija de 10 años (ver http://www.ideal.es/sociedad/educacion/201501/18/madre-nego-resolverle-hija-20150118003133-rc.html), que ha revolucionado internet y que incluso ha sorprendido su efecto a la propia autora, voy a reflexionar sobre este tan polémico tema y que muchos padres y madres no están de acuerdo. Yo efectivamente en alguna ocasión también he de admitir que he caído en la tentación de no ayudarle, pero la sensación de dejarle “hacer lo que pueda con lo que sabe” me produce malestar. El instinto de sobreprotección que tenemos los padres (y madres, insisto) hacia los hijos llega hasta esos niveles: No queremos que vayan al colegio sin los deberes hechos y tampoco con fallos.
Hace poco pregunté a la tutora de mi hija de 6 años, en una reunión personal:
-“¿Puede llevar errores en las fichas?¿No es necesario que le corrija yo los errores?”
A lo que la tutora respondió: “Claro, ya se los corrijo yo”
Sin embargo, yo, como psicóloga sé (en mi formación de posgrado bien lo recalcaron) que a los niños con baja autoestima se les ha de decir que de los errores también se aprende, que el error es un regalo, porque nos indica que hemos de mejorar y que vamos por buen camino. Sin embargo, a los padres nos cuesta admitirlo, no queremos que nuestros hijos se frustren, que les pongan un cero, una falta…sin embargo, ¡¡la perfección no existe!!¿Quién no ha cometido errores alguna vez?. Y de ellos hemos aprendido…cualquier aprendizaje supone cometer errores en algún momento del proceso. Sino recordad cuando aprendimos a conducir, o a utilizar el ordenador (los que tenemos más de 30 años aprendimos con más de 20 años y la experiencia es relativamente reciente).
Por otro lado, los padres somos conscientes de la importancia de la inteligencia emocional y concretamente de la autoestima de nuestros hijos (y ya de paso, porque no decir, que de la nuestra propia también). Pero en la práctica, en el día a día, resulta más complicado aplicarlo. Una buena autoestima (un niño considera que es inteligente, buena persona, responsable, etc) en base a lo que le dicen los demás, las conductas que realizan los demás que le demuestran que él/ella es capaz de realizar lo que se propone y conseguir su objetivo. De manera que papis y mamis, manos a la obra!! Nuestras propias inseguridades y temores se trasladan hacia nuestros hijos. Y es que entiendo que en la sociedad de hoy en día tan competitiva, es muy difícil sobresalir y “ser alguien en la vida” si no tienes estudios. Por eso como dice el pedagogo Jerónimo García Ugarte, colaborador del portal educativo Superpadres.com (Tomado de http://www.elmundo.es/espana/2015/01/08/54ad87a422601d22208b4571.html): “La crisis ha aumentado la preocupación por el futuro y ha disparado el miedo de los padres a que sus hijos se equivoquen “y a que no sean capaces de alcanzar por sí solos todas esas exigencias que pensamos que la sociedad les demanda”, añade. Por eso, “intentan sustituirles, en vez de acompañarles en su proceso de maduración”. Por eso, hay cada vez más padres helicóptero, padres apisonadora (que allanan el camino para que su hijo no tenga dificultades) y padres guardaespaldas (que se convierten en la sombra de sus hijos para que nada ni nadie pueda dañarles).
Lo ideal es ser padres asertivos frente al uso de la sobreprotección, permisividad o autoridad. Aunque es comprensible, según que ocasiones podemos utilizar un estilo educativo u otro en función de la situación concreta o global en la que vivimos tanto dentro como fuera de nuestro hogar.
Consejos para relacionarnos con nuestros hijos: Confiar en sus posibilidades y capacidades, inculcarles el valor de lo que tienen (poseen más de lo que necesitan), tener momentos juntos. Si el/la niño/a o chico/a está acostumbrado/a a que le hagan todo, corremos el riesgo de a corto plazo, medio e incluso largo plazo que sean irresponsables o inseguros a la hora de proponerse alcanzar nuevas metas, con lo que estamos consiguiendo justamente el efecto contrario al deseado, esto es: seres incapaces de valerse por sí mismos en una sociedad cada vez más competitiva y que les exige precisamente responsabilidad, capacidad de adaptación a situaciones nuevas, autonomía y en definitiva autoconfianza.