¿Cuándo y por que acudir al/la psicólogo/a?
¿CUÁNDO Y POR QUÉ ACUDIR AL/LA PSICÓLOGO/A?
Todavía en nuestros tiempos, parece existir cierta resistencia en acudir a un centro y ser atendido por un/a psicólogo/a. A la gente generalmente, le resulta difícil admitir que tiene un problema relacionado con la salud mental (ansiedad, depresión) o que simplemente necesita encauzar su vida porque está un poco perdida, su red de apoyo social no le entiende, carece de habilidades para poder relacionarse normalmente, su vida carece de sentido en un momento dado, la relación con su pareja se ha vuelto demasiado complicada…estos son ejemplos comunes y bastante corrientes en la consulta de un/a psicólogo/a.
Ciertamente, puede producir temor dirigirse a un especialista, una persona desconocida al fin y al cabo, para poder expresar las obsesiones, frustraciones, debilidades…etc. más personales y que posiblemente son desconocidas incluso en el círculo social más próximo del cliente. En ocasiones pueden pasar meses o incluso años hasta que la persona se decide acudir a un especialista; de manera que es posible que el problema se agrave con el tiempo y acuda cuando el sufrimiento es tan grande que no puede aguantar más. Sin embargo, el paciente ha de ser consciente que el terapeuta es un profesional que:
1. Tratará de comprender empáticamente al paciente, creando un clima psicológico seguro y de confidencialidad.
2. Considerara de manera positiva e incondicional a la persona. Respeto hacia las conductas y sentimientos de cualquier tipo.
3. Autenticidad o congruencia por parte del terapeuta que se mostrará de manera auténtica sin falsas apariencias.
El/La psicólogo/a ha de evaluar y conocer bien el problema a tratar y a la persona en particular. Pero además, el cliente ha de poner de su parte y acudir a las sesiones y realizar las tareas encomendadas por el terapeuta puesto que si solo se trabaja durante una hora a la semana en la misma sesión, la mejoría y el progreso se tornan difíciles sino imposibles. Por tanto, se trata de un trabajo conjunto, en el que el clima de confianza y respeto mutuos son esenciales. En la dirección siguiente: http://revista.consumer.es/web/es/20020301/interiormente/ aparece un interesante y acertado documento relacionado con este tema:
Pedir es tan necesario como dar: forman el anverso y reverso de la misma moneda, que es la vida. No confundamos la autonomía a la hora de gestionar nuestras vidas con la negativa a solicitar la ayuda de otras personas para conducir esas acciones a buen puerto. El psicólogo no es un brujo que cura los males de nuestra psique, sino simplemente un experto en salud mental que actúa como asesor y acompañante y que intentará ayudarnos a que consigamos (siempre por nosotros mismos y desde nosotros mismos) las deseadas seguridad y estabilidad, propiciando un mejor discernimiento en la búsqueda de soluciones y potenciando nuestra autoestima.
Debemos acudir al psicólogo cuando…
• Sintamos que la tristeza, la apatía y la falta de ilusión empiezan a agobiarnos y a emitirnos el siempre equivocado mensaje de que nuestras vidas carecen de sentido.
• El negro o el gris tiñen frecuentemente nuestros pensamientos y nos vemos incapaces de encontrar algo positivo en nuestras vivencias cotidianas.
• Todo a nuestro alrededor lo percibimos amenazante y nos sentimos solos, incomprendidos o desatendidos.
• Pensamos que la desgracia se ha cebado en nosotros y comenzamos a asumir que todo nos sale mal y que las cosas no van a cambiar.
• Estamos atenazados por miedos que nos impiden salir a la calle, relacionarnos con otras personas, permanecer en un sitio cerrado, hablar en público, viajar, etc.. Es decir, cuando el temor o la inseguridad nos impiden desarrollar nuestras habilidades y disfrutar de personas, animales y cosas que nos rodean.
• La obsesión por padecer graves enfermedades o contagiarnos de ellas nos lleva a conductas extrañas y repetitivas, de las que no podemos prescindir sin que su ausencia nos genere ansiedad.
• Nos sentimos “con los nervios rotos” y casi cualquier situación hace que perdamos el control y sólo sepamos responder con agresividad o con un llanto inconsolable.
• Nos damos cuenta de que fumar, beber o consumir cualquier otra droga, apostar…, se ha convertido en una adicción de la que no sabemos salir y que genera perjuicios importantes en nuestra vida o en la que de quienes nos rodean.
• El estrés empieza a mostrarse a través de sus síntomas psicosomáticos: insomnio, problemas digestivos, cardiovasculares, sexuales……
• La ansiedad es una constante diaria, que impide la estabilidad y serenidad necesarias para mantener un pensamiento positivo, una conducta tranquila y el goce de los pequeños placeres cotidianos.
• Los silencios, los desplantes o los gritos sustituyen al diálogo, y los problemas de comunicación enturbian nuestra relación con los demás.
• Las dificultades sexuales afloran y vivimos la angustia que causan la impotencia, la falta de deseo o de sensaciones eróticas y, sobre todo, la imposibilidad de gozo y comunicación con la persona destinataria de nuestro amor.
Además si la consulta se realiza a tiempo, el/la psicólogo/a puede proporcionar recursos y estrategias para prevenir posibles problemas, y que ayudarán a sentirnos más estables y fuertes en el día a día.
Al principio puede resultar difícil dar el primer paso y abrirse y mostrar confianza pero los resultados positivos a corto, medio o largo plazo, según el caso planteado, suprimen las dificultades que puede haber en un principio.