Experiencia como cuidadora covid. Recomendaciones prácticas.

He de reconocer que mi intención era escribir sobre otro tema que también me resultaba interesante pero tendrá que esperar. El giro de los acontecimientos lo requiere.

Las expectativas al final del año 2020 eran positivas… Año nuevo, vida nueva, el 2020 para desecharlo, 2021 un nuevo año cargado de nuevos propósitos y con imagen de presentarse como un buen año porque el covid ya estaba algo más controlado (o esa era la impresión) y las vacunas para hacerle frente estaban a la vuelta de la esquina. Pero las fiestas navideñas han sido caldo de cultivo de nuevos contagios, la oleada ha sido superior incluso que al principio de la pandemia…quien usa la lógica y el control se dice y dice a los demás al ver las noticias:¿están locos o que? ¿Cómo pueden ir en masa a fiestas y sin mascarilla ni distancia de seguridad como si no pasara nada?

Pues si, así es como mi circulo social pensaba y sentía para hacer frente al coronavirus dichoso: seguir las medidas higiénicas que advertían seguir: pocas personas en lugares cerrados y etc que no es necesario repetir porque quien este mínimamente informado lo sabe de sobra. Pero” pagan justos por pecadores· a veces.

Shock y primeros días

La indignación aumenta cuando te dicen que alguien cercano a ti se ha infectado y que tú puedes estar en riesgo junto con tus hijas como es mi caso. Y vuelta a confinarse, dejar de trabajar, de ir al colegio y al instituto y cambiar tus planes durante al menos 10 días si es que todo marchaba bien.

De repente el mundo se cambia por completo, tú dejas de ser la que ve los acontecimientos “desde allá fuera”, como si fueras una espectadora. Eres consciente de lo que esta pasando, de la realidad cruel por la que vivimos pero que hasta que no te toca y no lo vives en tus propias carnes no eres verdaderamente consciente de los peligros que suponen para tu integridad física y de las personas que quieres y porque no, también mental que suponen las preocupaciones, miedos, riesgos, ansiedad, incertidumbre, hartazgo, ira hacia todo y hacia todos y un largo etcétera de emociones encontradas.

Así es como deben sentirse muchas personas, sanitarios y público en general que por sus circunstancias han sido cautos y han intentado hacer todo bien para evitar un contagio pero llegan un momento en que te toca, como si la ruleta fuera, la suerte esta echada, el virus llega a tu organismo y se han de tomar nuevas medidas más restrictivas si cabe.

La persona positiva por covid aislamiento total,en una habitación aparte, domiciliario en el mejor de los casos y aquellos que han tenido un contacto directo aislamiento también del resto de personas. He de decir que cuento con ventaja, porque soy casera y digamos que ya había tenido un entrenamiento previo el año anterior al estar confinada durante marzo y abril . La positividad (mental, en cuanto a actitud me refiero) que no se pierda como dicen.

Adaptación
Si eres persona trabajadora, tu agenda cambia por completo, has de pasar de una vida activa y dedicada a ti y a tus clientes a ser cuidadora del enfermo y de tus hijas durante la mañana y tarde, con suerte de que no pase nada durante la noche y puedas descansar. El primer día supone miedo, ansiedad, preocupación totales porque no sabes como van a desarrollarse los acontecimientos pero conforme la febrícula de la persona enferma cesa y solo queda una tos, carraspeo, la tranquilidad va haciendo su paso. Aparte has de afrontar los posibles síntomas en ti misma y en aquellas otras personitas que conviven contigo con lo cual la incerteza y el miedo están en el aire continuamente durante los primeros días sobre todo.

En mi caso, las tareas eran constantes, por lo que no tenia tiempo ni de aburrirme; tareas de casa, deberes, momentos de juego, algunas tareas de trabajo o de formación propias, ver correo, redes sociales, algún programa de televisión para entretenerse, lecturas…no olvidar momentos de relax y desconexión es muy importante. Y las noticias con solo ver los titulares me eran suficientes. Oír la misma noticia una y otra vez no aporta más que ansiedad,desesperanza y sensación de descontrol hacia el entorno que te rodea. “Si no te aporta, aparta”. Estar informado es adecuado pero hasta la justa medida.

Experiencia con la PCR

Aparte la situación sanitaria era como era y al ser una persona comprensiva entendía que no me llamara un rastreador o nos citaran para hacernos una PCR al ser familiares convivientes de persona con covid. Pero al fin “se me encendió la luz “y cogí cita con la pediatra de mis hijas que afortunadamente podía atenderme el mismo dia y con una llamada de teléfono conseguimos cita para la pcr de mis hijas y el rastreador me cito con enfermería que me consiguió citar junto con ellas a la misma hora, genial.

Ahora faltaba como encajar la prueba por parte de mis hijas. Mi hija mayor decía que no iba, que “a ella no le meten ese palo”, y mi hija pequeña que es más feliz e inocente le suponía una fiesta poder salir a la calle después de tantos días. Por el camino les decía que eran valientes e intentaba quitar hierro al asunto. Le informé con pictogramas lo que le iban a hacer pero aun asi al ver las enfermeras-espaciales forradas cual astronauta ya le supuso una reacción de desconfianza. Sin embargo la prueba fue rápida, un tanto desagradable eso si pero apenas duró.Y luego recibieron mis halagos porque se habían portado como unas campeonas.

Apoyo social. super importante

Paciencia me decían los contactos, otra cuestión eran los continuos wasaps de personas cercanas a mi que preguntaban por como estábamos, En algunas ocasiones hacia corta pega de las novedades del dia para evitar tener que escribir el mismo mensaje una y otra vez.Me sentia bien que se acordaran de nosotros he de decir por supuesto, y bendito whattsapp porque sino las llamadas y repetición de mensajes me habían hecho sentir un loro. Besitos virtuales desde aquí a los que me preguntaron. O en ocasiones apagaba el móvil para descansar aunque fuera una hora, porque tenerlo encendido las 24 horas del día no iba conmigo.

Para hacer las cosas bien, mi tío se ofreció a hacer las compras y pudimos llevar un confinamiento estricto donde no he tenido que salir y poner en riesgo a otras personas aunque yo en principio en la prueba de covid a fecha de 21 de enero era negativa.

Pero cual fue nuestra sorpresa al decirnos en el noveno día de confinamiento este mismo día 21, que mi hija mayor y yo éramos negativas y mi hija pequeña era positiva en la prueba de covid. Reorganizar todo, cancelar citas presenciales, ponerse mascarilla y distancia de seguridad con la pequeña por riesgo a un contagio.. Y aquí seguimos.

 

“Pido serenidad para aceptar aquello que no se puede cambiar, valor para cambiar aquellas que puedo y sabiduría para reconocer la diferencia”

En redes sociales he visto el siguiente relato corto de Álvaro Pallamares:

“– Quiero regalarle algo a mi hijo y no sé qué.
– Regálale calma
– ¿Cómo calma?
– Como suena, así tal cual, calma: cuando tu hijo se altere, regálale calma, cuando se estrese regálale calma, cuando haya una situación difícil regálale calma, cuando pase algo grave regálale calma.
– Pero…cómo le ofrezco calma cuando yo me altero?
Por eso…es un regalo, es algo que tú te esfuerzas en obtener y no siempre tienes, no es lo que te sobra, uno a quien ama no le regala lo que le sobra.
Uno a quien ama le regala lo más preciado, le regalamos el tiempo y la energía que invertimos en crecer como seres humanos para estar en condiciones de regalar calma cuando se avecine la tormenta.”

Mucho ánimo y coraje para los que están pasando por duros momentos de confinamiento. ¡Hasta la próxima!